LOS HOMBRES SIN CULPA
Todos perseguían un sueño.
La niñez de los libres fue distinta:
Un hogar donde se podía creer
Donde se nos habló siempre con la verdad,
Donde nunca tuvimos miedo a decirla ante nadie.
Así crecimos los libres,
Rostros que se sonrojaban por la virtud del candor
Ojos tiernos en los cuales se podía confiar.
Otra cosa era no aprender de malas costumbres
La malicia era dejada a los corruptos
A los que entendieron la inteligencia de otra forma.
Las aptitudes se desarrollaban en paz.
Todos perseguían un sueño,
Unos empezaron a mentir desde temprana edad
Otros solo teníamos tiempo para desarrollar nuestros talentos.
El buen recaudo era ignorar las inmundicias de la ciudad
El estar separados bajo serias advertencias a los viles.
El trabajo honrado era precedido por el buen nombre
El esfuerzo, reconocido tarde o temprano
La Ley, una certeza en medio de una jungla de cemento.
Otros serían los días donde los virtuosos supiéramos de la envidia
De los que persiguieron un sueño
Y no soportaron la velocidad de los notables,
Las transas, las apariencias de los corruptos
El doble discurso, la deshonra pública de los sinvergüenzas
Que repetían una y otra vez: “sí lo hace todo el mundo”.
Alguna vez alcé la voz en toda mi potencia
Para descubrir que fuimos pocos los que pudimos hacerlo.
Así fue la niñez de los justos, de los libres,
Voces fuertes sin temor a ser escuchados por nada ocultar
Porque todos perseguíamos un sueño,
Hasta que transaron y lo perdieron todo.
Naturalmente nadie tiene por qué entenderles ni excusarles
El mundo está lleno de esa gentuza.
Somos raros los libres, y así escribo
Con total autoridad.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco Polanco