LOS DÍAS DE UN ESCRITOR SOLTERO

Publicado en por Julio Mauricio Pacheco Polanco

Capítulo IVb

 

Escribí que no creo en la inspiración, creo en la necesidad de expresar lo que pienso. Todos creen en eso desde el discurso, el diálogo, desde en este contexto: la pareja. En mi caso, después de la experiencia, unos cuantos libros ya escritos o algo más de 2,500 páginas escritas el año que pasó, me dicen que hace tiempo tengo muchas cosas qué compartir y que no encuentro a la mujer que yo quiera elegir para entablar ese diálogo que forma parte de lo que yo llamo: hacer el amor.

Después de la experiencia descrita donde fracasados todos los intentos y vivido todo lo que se puede vivir en la convivencia de pareja, con los requerimientos propios que demandan la realidad o la vida propia: una economía que brinde estabilidad, siento que me he quedado varado en medio de muchas mujeres que pueden ser mías menos la que está llamada para el amor, en términos más claros, no solo renuncié a tener una mujer que fuera solo para mí, sino que también renuncié al enamoramiento, a la seducción, a esperar volver a enamorarme. Me quedé sin respuestas ante situaciones que ya he vivido y que no sé cómo resolver, que escribí bien claro, el oficio de escribir no es rentable para el amor y, otra vez no volvería a cometer el mismo error: renunciar a mi sueño para ser el sueño de dos, donde yo deje de ser escritor, muy al hecho que sería compensado con todo el sexo que requiero para ser plenamente feliz. Entre la literatura y el amor, nunca tendría tiempo para trabajar y enfrentar los celos de pareja. Si debo ser reiterativo, aprendí a vivir leyendo mucho, escribiendo sobre lo que vivo, requiriendo horas de ocio para reflexionar sobre lo que debo escribir. Otro amor de las mismas características no está dentro de lo que posiblemente pueda resolver, por ello escribo que me he quedado varado en medio de muchas muchachas a las cuales les puedo hacer el amor mas no amar, he retornado a ese punto de partida donde he renunciado otra vez al amor, pero con la certeza de saber cómo es el recorrido y, sin ningún ánimo de intentar otro sacrificio parecido que desoriente mi norte y me devuelva al mundo a la deriva, como totalmente perdido lo estuve en su momento, la fantasía llegó a su final, las ideas dejaron de ser ideas, los hechos me entregaron esta experiencia y, me quedé sin más verdades para saber decirle a la muchacha que pretenda amarme: ése es el camino.

Sé que no soy la única persona que esté en esta misma situación y por tanto, las razones de mi falta de interés en comprometerme sea mi inestabilidad: el querer porfiar en no dejar de escribir para tener que aprender otro oficio a mis 45 años, con el cual pueda llevar adelante una relación de pareja si acaso he sobrevivido al amor, menor dicho, he vencido al amor que fue para mí, para seguir escribiendo como muchos en sus momentos de libertad que son pocos en el día, están pensando en cómo empezar de una vez y por todas en escribir la historia de su vida y mandar todo al diablo como debió ser desde un principio. Porque cuando amé, a lo mucho escribí un poema que no sé ya dónde está y, solo tuve cabeza para ser una persona normal, es decir, alguien que debía preocuparse en cómo ganarse la vida, alguien que estaba preparándose para ser un padre de familia, con todos los rigores que la sociedad exige ante tamaña responsabilidad y, no es que esté fascinado por las experiencias extremas o sea la causa de la libertad de muchas parejas que inspiradas en lo que yo vivía, creyeron en el amor como si fuera para siempre, si acaso con el pasar de los años, los que vencieron en su obstinación de estar juntos se van quedando solos, hasta volver sus ojos hacia todas partes y descubrir que son los últimos que quedaron de tantos años, donde se aprendió a enfrentarlo todo, en las buenas y en las malas, como literalmente lo exige el sacramento y, como es bien visto de esta parte del mundo por los decentes, los que tienen siempre a la punta de la lengua un consejo a dar, ante las parejas confundidas sean por infidelidades inevitables o, esos requerimientos cada vez más perversos donde al hacer el amor, la fantasía es superior a la razón o voluntad y, el entendimiento desaparece para las prácticas de lo inconfesable que solo pueden ser escritas en ese gran libro lleno de conocimiento que es el amor y, deja boquiabiertos a los ignorantes y por otro lado, dan ideas para el placer a quienes el sexo se les está acabando como fascinación y tratan de una u otra forma de recuperar la pasión que quiso que dos personas se unieran para siempre, porque así lo sintieron en su momento y ante la nostalgia, apelan a todas las formas posibles de recuperar el deseo, si es que así entienden el cómo salvar la relación de pareja, hasta antes de estar completamente seguros o seguras que, hay alguien más, si es que no ha de aparecer, para calamidad o final definitivo que ha de triunfar como ironía de la vida, en los lechos de los amantes, sino es el caso que dos fueran multitud y se entienda de otra manera el perdón cuando se va más allá de lo que se estableció como confianza, para terminar en un: mientras pueda trabajar tranquilo y no me dé problemas, pues no me interesa, que cada quien haga su vida como pueda y en discreto secreto, porque con mirarnos las caras ya tenemos bastante y creo que eso no era el amor, al menos el que alguna vez nos juramos.

 

Continuará...

 

Julio Mauricio Pacheco Polanco

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