EN PERÚ NO HAY PRESIDENCIABLES
Reunirse con los amigos era eso, hablar de política y mujeres. Dominar ambos temas era ser culto. Esas conversaciones donde se hablara de filosofía o literatura solamente, era dejada para quienes aún ignoraban cómo es la realidad. Al menos en mi entorno, no se volvió a hablar de fútbol desde 1985, después no hubo razón para mencionar a nuestra selección.
Solo había dos formas de hablar de las mujeres: o bien solamente, o mal. No había nunca ambigüedad para expresarnos sobre ellas en términos medios. Hablar bien era celebrado con un vaso de limonada; hablar mal era saber que la relación se acababa, debo ser preciso, hablo de las amantes, de las mujeres que no ocupan un lugar importante en nuestras vidas, personas que debían ganarse el derecho a ser amadas.
Llevaba varios días sin fumar. Algo me hizo entender que ya podía sentirme en confianza con los amigos que me rodeaban. Podía decirles: siento ansiedad, siento angustia, tengo desesperación, me dan ganas de fumar. Sabía que sería entendido, que ello me ayudaría a no caer en la tentación de tomar un tabaco. Mejor dicho, nunca antes estuve tan seguro de los amigos que estaban en mi cercanía, sabía que podía confiar en ellos.
Hablar de política era perfilarse como alguien ético, alguien capaz de resolver los problemas del país, estar convencidos que la clase política estaba en crisis, que la corrupción había involucrado a muchas personas y por ello, urgía la necesidad de nuevos líderes.
Siempre he sido sensato en términos políticos. Sé que caen los corruptos cuando necesariamente deben caer, no antes, ni después, que dentro de las denuncias, no hay espacio para las sorpresas, que nadie surge en medio de la nada para salvar a una nación. A mis 45 años descreo de todo interés político. Todo aquel que se mete en política y que perdura en ésta, es alguien que ha transado con mafias muy poderosas y, que permanece en el poder por consentimiento de éstas.
El pueblo peruano siempre ha sido más fiel a su billetera que a la Democracia o la Dictadura. Mientras no se metan con su economía, llevará el amén a quienes gobiernen. Y esto pasa en todos los países tercermundistas, esas repúblicas bananeras donde más pasión despierta un partido de fútbol o un programa de televisión, donde aparecen muchachas muy bellas, si acaso los medios de comunicación entienden que lo que ellos producen para los televidentes, es lo que ellos quieren ver, que aquí no hay ningún compromiso con otra forma de cultura, si acaso tuviéramos que saber de los clásicos griegos o si nos hablasen de todos los dioses que nacieron un 25 de diciembre. No, eso no pide la gente que ve televisión, quieren otra cosa. La filosofía y la literatura es un indicio que algo anda mal en una sociedad, es decir, que a la gente le gusten estas dos disciplinas indica que están pensando, y nunca la felicidad fue de la mano con el pensar, los felices se deleitan con los placeres hasta llegar a la senectud, cuando la juventud ha cesado, cuando recién hay tiempo suficiente para entender todo lo que se vivió.
Entre otras cosas, así son las reuniones en Perú de los libres, con solos dos temas en común siempre constantes: nuestras mujeres y, la política. Si acaso se evalúa y censura, como solo se hace en un país que a pesar de todo es inmensamente libre como podrán notar y en donde, las preocupaciones son dejadas para las ovejas descarriadas, esas personas que desperdiciaron sus vidas entre excesos antes de saber que el dinero es determinante en una sociedad, como la arequipeña, que es cara, es decir, solo para quienes tienen dinero.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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