LA RENUNCIA A LA DIOSA Y, LA POSTURA DEL HOMBRE VIRTUOSO
Mauricio, a tus 45 años sabes cómo hacer dinero en cuantiosas cantidades. Sabes quién es el que te puede contactar con la mafia colombiana que hay en la ciudad y que lava dinero. Sabes que existe la “doble contabilidad”, que a través de la web, los contadores públicos colegiados menos escrupulosos, sin ética, venden facturas para blanquear el dinero que viene del narcotráfico. Vivimos en un país donde un buen número de personas son corruptas y amasan fortunas con negocios tapaderos donde solo se dedican a entregar a la SUNAT (Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria) facturas llenadas con sumas inexistentes de dinero y que terminan por convertirse de dinero negro a dinero blanco, para entrar a la banca. Sabes que el primer mes podrías lavar $10,000, el segundo, $20,000 y así, hasta tener una casa propia, un auto del año y todas las comodidades que bien pudiste entregarle a Svetlana, la muchacha eslava que se enamoró de ti y gastó todos sus ahorros para pagar en Rusia esos trámites que se requieren para poder estar en Perú. Ella quería casarse contigo y tener hijos. Se enamoró de ti poeta. Qué carajos habría hecho otro hombre en tu lugar sino entrar al sistema, un sistema hecho por Alberto Fujimori en 1993, cuando se elaboró la Constitución vigente y que se presta para estos artificios de la vida fácil donde todos se han llenado de dinero, donde hasta el más tonto ahora goza de las comodidades que tú no tienes. Vives con una pensión de S/ 700.00 que en realidad es una miseria. Reitero, esa mujer es la mujer más hermosa que he visto en mi vida, aquí la habrían elegido para “hacer raza” los de la clase alta. Es cierto eso que Dios da habas para quien no tiene dientes. ¡Estás lleno de historias similares!, ¿dime mi estimado amigo, hasta cuando vas a seguir resistiendo contra este sistema donde desde los noventas se instauró a la corrupción como algo normal?
Mi amigo abogado, ex asesor legal del cuarto grupo de poder más fuerte en Perú no salía de su asombro. No concebía que renunciase a mujer tan bella por el solo hecho de no querer tranzar con la corrupción como normalmente otro lo habría hecho.
Si hubieras tranzado con el sistema, ahora ella sería tu mujer, la podrías mantener, follar con ella a más no poder a ti que te gusta tanto el sexo y darle el gusto de desde dentro de un matrimonio, haberle dado hijos que habrían sido tuyos. ¡Has roto el esquema una vez más! Es en serio entonces eso del hombre virtuoso, de lo que crees. Tus convicciones son demasiado fuertes. Una Diosa aparece en tu vida, y renuncias a ella no por ser pobre, sino por no querer entrar al sistema, a pesar de saber cómo podrías hacerte millonario de la noche a la mañana.
Calé un tabaco mientras caminé por el jardín de su casa. Pensaba en Sveta, en lo triste que se sentía. Había recordado un sueño de días anteriores sobre un poema que había escrito años atrás, titulado: “La oración perdida”, que curiosamente trataba sobre un amor que llamaba desde el otro lado del mundo. En ese momento desperté y lo primero que se me vino a la mente fue ella. Sabía que nadie escapa de los negocios turbios del crimen organizado, que la cárcel era algo inminente llegado el momento y, que eso no iba a compensar el hecho que iba a disfrutar digamos de unos buenos años de mucha comodidad económica y bastante sexo con la Diosa, esa rubia de ojos claros de un metro ochenta, soltera y sin hijos, a quien le llevaba la suficiente cantidad de años como para ser su padre y, que se había enamorado del Escritor, del hombre que luchaba contra un sistema de manera solitaria. De todas las mujeres que tuve, considerando que conocí todos los biotipos o muchachas peligrosas, ella era la mejor. Calé más mi tabaco mientras que mi amigo abogado salía del estudio donde habíamos estado conversando, para luego decirme: “Tengo 15 años más que ti, déjame decirte que nunca antes vi a alguien como tú. Ya no hay nada capaz de tentarte. El sistema no te comprará nunca”.
Apagué mi cigarro mentolado, volteé con los ojos humedecidos y solo pude preguntarle: ¿queda aún algo de la Kola Real en la botella de medio litro que traje?
¡Carajo, encima ni chupas!, dijo mi amigo abogado. Bebí de la gaseosa, y guardamos silencio. Leí entonces el poema que a continuación dejo. Era yo, el hombre virtuoso y el amor.
LA ORACIÓN PERDIDA
Alguien ahora mismo busca lo mismo que tú, pero no se parece a ti.
Alguien ahora mismo se hace las mismas preguntas, pero no cree en el mismo Dios.
Alguien ha cruzado todas las puertas y está angustiado, pero no habla tu mismo idioma.
Alguien quiere amar con la vehemencia propia de los que creen en un siempre, pero no te ama a ti.
Alguien quiere cambiar al mundo y cree en sus convicciones, pero no está de acuerdo contigo, a pesar que tú también quieres cambiar al mundo.
Alguien se marcha definitivamente y quiere decirle adiós a alguien, pero su soledad es distinta a la tuya.
Alguien pelea duramente por su libertad y su grito se reitera a través de la historia, pero no es el mismo grito de los que gobiernan el mundo.
Alguien está orando por su destino en el último minuto, pero el paraíso que le espera no es el mismo que nos prometieron.
Alguien libra su batalla ahora, entre el bien y el mal, y alguien ha pateado el tablero mientras ha renunciado a su credo.
Alguien ríe intensamente y es feliz, contrariamente a lo que sientes mientras lloras.
Alguien ha llegado al final del camino y canta sin que sepamos qué, mientras que muchos esperan iniciar un camino, que nadie tampoco sabe adónde conduce.
Alguien ha visto a Dios, y muchos dicen estar cuerdos y niegan la iluminación.
Alguien ha escrito este poema, y no soy yo sino el torrente de una generación que se expresa a través de mi voz.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco