LA EVASIÓN
Podrías encerrarte toda tu vida dentro de una habitación y tratar de ignorar la marcha del mundo, de cómo otras personas hacen sus vidas y se van alejando de ti, de tu estilo de vida de Escritor sedentario, solitario y autosuficiente. Yo me servía un sabroso plato de arroz verde con camarones, acompañado de un par de huevos fritos, con la yema a medio cocer, un vaso con chicha morada bien helada, escuchando a la vez las noticias sobre el clima, alternadas con serias denuncias de corrupción de gobiernos anteriores, en realidad no tenía por qué extrañarme en nada, esto es cíclico en Perú, cada ciertas generaciones las crisis climáticas como políticas se suceden, por eso, cuando me hablaba mi editor desde su celular y criticaba mi estilo de vida, lo primero que pensé fue en esas reuniones donde todos se toman exámenes sobre lecturas de libros cada vez más raros, conocimiento que no desmedro, avalo más bien, salvando la contrariedad que no eran citados textualmente, que se corría el riesgo de enterarse de a medias, con parte de lo que entendió el lector en mención y, con lo que él mismo le añadió. Sí, eran conversaciones geniales, dignas de ser grabadas para ser trascritas a un libro que seguramente encantaría a decenas de miles de lectores, así la información compartida no sea tan fidedigna, tan apegada a lo que sucedió. Ya, ya sé qué estás pensando, me sugirió mi editor desde el celular, que es que acaso tanto me conoce, me preguntaba, debo dejar rastros en mis diálogos, rastros que delaten qué pienso cuando de pronto se menciona algún término o vocablo e inmediatamente la otra persona asocia lo que he dicho con alguna conversación anterior para así, de esa forma, de manera espontánea, evocar algún concepto ya desarrollado. No, claro que no, otra persona habría creído en la telepatía o la lectura de los pensamientos, pero da el hecho que soy un poco más lúcido que las demás personas, pues sí, le volví a decir, esas conversaciones merecen ser trascritas, ya, me dirás que es el ánimo de las tertulias acompañadas con vino y el frío de la noche entre tabacos y calles solitarias, calles muy rebuscadas para no ser fastidiados por el personal de Serenazgo o la misma policía que vela por la seguridad ciudadana en Arequipa, porque sí, se los he dicho muchas veces, y han guardado silencio, han bajado la mirada brutalmente como si algo muy fuerte se hubiera dicho, algo que duele desde siempre, no sé, desde que se decidió ser Poeta o Escritor, o simplemente, alguien que halló en los libros eso que justamente ahora estás pensando señor editor: la evasión. Y no es que esté perdiéndome de lo mejor de la vida o que mi juventud se haya quedado lustros atrás detenida para las horas del recuerdo cuando las nostalgias suelen significar experiencias donde uno se lamenta haber sido tan ingenuo y tonto, pero así es la experiencia, y eso lo sabemos todos, porque yo podría seguir conviviendo con las demás personas, pero en pocos segundos recordaría por qué no estoy de acuerdo con muchas cosas, y estaría tentado a escribir sobre ello en ese momento, y es ser falto de cortesía interrumpir una tertulia como esas, tan amenas, para sacar una lap top y escribir lo que bien podría ser un atentado contra la intimidad de quienes felices se llevan un vaso con vino a la mano sin esperar ser grabados ni mucho menos ser incluidos como personajes de una historia donde ellos ya de antemano me pertenecen a tal punto que todas las voces dependen de mí, no, eso no le gusta a nadie mi estimado editor, pero ahora que me habla de la evasión, ¿ya se contactó con la muchacha francesa que le interesa la literatura, para que sea mi profesora de francés?, lo mínimo que le pido es que tenga buenos modales, se lave al menos los dientes dos veces por día y no sufra de colon irritable. No, no es que le esté presionando, pero estoy tentado de escribir un poemario en ese idioma, pero para ello, debo primero amar a alguien que me arranque los más nobles y sublimes sentimientos como para que tengan sentidos los versos, ¿no lo cree? No se puede conversar con usted señor Pacheco Polanco, siempre tiene una respuesta más antes que surja una pregunta, porque sobre ello le iba a preguntar, pero una vez más, se me adelantó con la respuesta a la pregunta que le iba a formular. Es que después tendrán sentido los Museos, el porqué de las canciones o las leyendas en las tumbas. Lo ha vuelto a hacer, sigue adelantándose a mis preguntas, no me resulta nada grato sus juegos mentales señor Escritor. No, no he pensado en nada tan agradable como por ejemplo hacerle el amor a una muchacha francesa y decirle cosas muy sucias que no figuran en los diccionarios oficiales de la lengua francesa, le llamaría usted que sigo siendo salaz, pero en eso se resumen nuestras búsquedas, en el sexo, mientras se habla en quedos códigos que nadie más entendería, porque una cosa es armar bien una oración en francés y otra, seguir lo pensado al momento de pronunciar una palabra y lo asociado en la consciencia sea algo íntimo, mutuo, solo de dos personas, ¿ha pensado señor editor en la posibilidad que juegue con otra lengua e invente palabras, neologismos, atreviéndome a aportar una nueva experiencia dentro del alma que encierra cada idioma? Llámeme mejor cuando se contacte con la musa, y por favor, no vuelva a hablarme de la Evasión, que estoy muy viejo como para jugar a la Rayuela con quienes aún no saben dónde está el cielo, mientras yo invento nuevas formas para mi felicidad, y en esto, no creo ser egoísta mi estimado editor.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
Todos los Derechos Reservados para
Julio Mauricio Pacheco Polanco